El escritor viaja en coche, siempre viaja en coches, la radio está puesta, él se mueve inquieto, siempre repiquetea con el pie en guardia por eso cambia a una lista de reproducción del teléfono, entonces suena una canción de Dorian.
El escritor viaja en coche, siempre viaja en coches, la radio está puesta, él se mueve inquieto, siempre repiquetea con el pie en guardia por eso cambia a una lista de reproducción del teléfono, entonces suena una canción de Dorian.
Agosto 2021
Las calles han desaparecido de los mapas, los transeúntes no se observan, avenidas vaciadas como anécdota de la memoria de los ausentes, de ellos, de los que ocupaban los espacios de las imágenes colectivas de la ciudad.
Altura-Silla, agosto 2021
Ella toca con la mano el espejo, con toda la mano. Bajo la piel alguna sensación porque se queda mirando las huellas que configuran caminos en el vaho, una mancha de grasa en el reflejo, el suyo, el de una desconocida que la maltrata todos los días, alguien que se presenta ajena, pero que no cesa de susurrarle palabras de desconsuelo, estás gorda, envejeces mal, mira tu flaccidez, todo indica que es así, como en un tópico de película, como en una escena ingeniosa de una novela.
Altura, agosto 2021
Los pinos consiguen bajar la temperatura del poniente, ese de un calor asfixiante que seca los ojos y las palabras. Él, el escritor, se sienta en una silla esperando aplacar el cansancio inevitable de la calima, el otro, el hermano, le mira mientras sigue haciendo fotos con la cámara en la mano.
Al escritor le pediste que hablara sobre tu muerte, al hijo se la dejaste. Tú.