El verano agobia sin remedio, el tiempo dilatado, la carretera, esa molicie que no sabemos dónde habita, pero está presente, sale, se apodera de nosotros y deja inertes los cuerpos al antojo del calor. El escritor está ausente desde hace años, no aparece ni en los sueños evocados en la lectura, es una sombra fantasmal que no llama ni ejerce su tiranía como en otros tiempos, apenas un eco del pasado. No existe la ilusión. Se refugia en una parte remota de un ser que vive y deambula, que mira extrañado todo lo que ocurre a su alrededor, que no se ubica en su cambio de edad.
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Un proyecto de best seller
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